MIS INVESTIGACIONES

MOVIMIENTO AUTÉNTICO

Técnica de danza urbana y danza contemporánea / Ana María Benavides – Rafael Nieves

«Cada uno debe tener su propio proceso y  más allá de demostrarlo,
hay que comunicárselo al otro, encontrarse con el otro, compartir».

No sé por dónde empezar. Quizás empezaré por hablar de mí, de que siempre quise ser correcta, encajar; quería ser cuadriculada. Cuando era pequeña mi mayor referente era mi mejor amiga Laura. Laura era la hija soñada, la que obtenía las calificaciones deseadas y tenía un camino claro. Aún no sé por dónde empezar, pero me gustaría decir que, hasta hoy, nunca logré ser como ella. Nunca fui perfecta. Con el paso del tiempo ya no pienso en eso, quizás porque ya no pretendo ser perfecta, sólo quiero ser yo misma. Creo me pasa lo mismo cuando bailo, la danza me ha enseñado a no ser perfecta.

Bailar es una de las actividades más sanadoras y bellas que conozco, pero a la vez una de las más exigentes y difíciles. Necesita de constancia, trabajo y de mucha práctica. Al igual que en la vida, yo quería ser perfecta en la danza, quería ser la bailarina que más alto pudiera subir la pierna, la que hiciera las mejores piruetas. Aunque con el tiempo podría lograrlo, ahora no quiero. Siento que la danza se puede potenciar con esas características, pero estoy convencida de que “quien danza no danza por alguien” (Ossott, 2006, p. ¿?). Ser capaz de habitar realmente esta afirmación ha sido, para mí, un camino largo: nos acostumbramos a danzar hacia afuera pero dejamos de lado lo que está adentro.

Además de las herramientas técnicas que me ha aportado, esta clase me ha demostrado que es bellísimo que cada uno tenga su propio proceso y que, más allá de demostrarlo, hay que comunicárselo al otro, encontrarse con el otro, compartir.

Quizás me esté desviando del tema, pero la danza es tan honesta que no necesita palabras para expresarse. Después de compartir esta verdad con mis compañeros de dos disciplinas distintas ―la danza contemporánea y la danza urbana―, puedo decir que me encanta la idea de compartir a diario mi proceso con los demás para nutrirnos mutuamente.

Ahora que descubro que mi danza no tiene que ser perfecta y que es un lenguaje, quiero hacer evidente que aún me quedan bastantes cosas por descubrir. Aunque existe un diálogo entre la danza urbana y la danza contemporánea, creo que las dos son muy distintas. Cada una brinda un espectro único de posibilidades para jugar. En la danza urbana, por ejemplo, me encuentro con unos tiempos establecidos, con unos pasos específicos que requieren de cierta fuerza y precisión. En la danza contemporánea, en cambio, no dependo exactamente de la exactitud en el tiempo pero sí de una profunda consciencia del movimiento. En mis prácticas de danza urbana me he permitido esta constante búsqueda de fuerza y precisión. Al llevar esto a mis prácticas de danza contemporánea he podido profundizar mis movimientos y buscarlos desde un lugar más prolongado pero preciso.

Las dos técnicas me han dado herramientas que me permiten navegar mejor el movimiento al momento de improvisar: tanto entradas al piso como recursos de resistencia, precisión y apertura de mirada. La conjunción de estas dos prácticas realmente ha hecho que mi cuerpo oscile entre todos los aprendizajes que ha adquirido y que yo vaya encontrando poco a poco mi movimiento auténtico.

Un verbo que ha sido fundamental en este proceso ha sido escuchar. Sin la escucha muchas veces la danza no trasciende. Esto va más allá de escuchar la música: encuentro más verdad al escuchar al grupo, escuchar mis impulsos, escuchar el espacio y abrirse, realmente, al espacio. “The body must open itself to space”, dice José Gil, “[it] must become, in a certain way, space” (Gil, 2006, p. ¿?). Esta premisa me ha hecho querer indagar también en mi movimiento, cosa que me ha llevado a descubrir nuevos

 

 

 

motores. A lo largo de toda esta investigación sobre mi danza, de este deseo de encontrar mi propio movimiento, lo que busco es, en el fondo, una desjerarquización del espacio, por eso agradezco que la clase abra tantos espacios para registrar las nuevas posibilidades de movimiento. Esto facilita que se construya una relación horizontal  [entre  los  estudiantes  y  el  maestro]  que  también  beneficia  a la escucha
del grupo.

La danza urbana es un encuentro en comunidad. Es, en su origen, una manera pacífica de resolver conflictos y su background no es el que creemos: tiene un trasfondo que va más allá de esos pasos estereotípicos que las películas han popularizado. Es por esto que agradezco saber el origen del hip-hop, conocer de manera profunda su historia, que está marcada por un deseo de ponerle alto a la violencia. Al tener esto presente quiero que mi danza trascienda, que no se quede en cumplir con los parámetros y logre entrar en flow. Quiero encontrar mi groove, usar cada uno de mis huesos para saber que mi danza tiene algo por decir. Quisiera volver a citar la frase de H. Ossott:  “No admitir límite en ningún espacio, no saber nada excepto fascinación” (2006, p. ¿?). En relación con la idea de ser consciente de la presencia del espacio, este asombro en cada movimiento, en cada cualidad, hace que mi cuerpo nunca pare de descubrir nuevos lugares que generan nuevos trazos y que aportan a la búsqueda de mi danza.

Me he acercado más a mi proceso con la danza y lo he abrazado más. Ya no busco copiar una danza, estoy descubriendo mi movimiento auténtico y también un millón de cosas técnicas que lo potencian. Sigo en el camino de desapegarme de la idea de que la danza tiene el fin de sorprender a los demás. Como dice Ossott: “Cada cuerpo tiene su propia gramática secreta” (Ossott, 2006, p. ¿?). Estoy llegando a la gramática secreta de mi cuerpo capa por capa; hago lo que hago por y para mí, porque hay cosas que las palabras no pueden decir pero el cuerpo sí. Este lenguaje del cuerpo no sólo se refleja en que a alguien le guste o no le guste mi danza. Hace falta hilar más fino para ver que hay una búsqueda anterior, una búsqueda interna en la que el cuerpo es como una esponja que recoge y absorbe toda la información que ha heredado. Por supuesto, el público es importante, pero esta búsqueda no se trata de repetir una y otra vez unos patrones hasta lograr un movimiento sistematizado, siempre igual, que pueda ser sorprendente para alguien. Mi movimiento debe ser sorprendente para mí misma.

Mi cuerpo ha encontrado libertad porque tiene más lugares para recorrer, nuevos lugares para fallar y no admite barreras en ningún espacio. Construye su propia gramática pero nunca se detiene: siempre atesora cada aprendizaje. Agradezco moverme, agradezco que la danza me dé la oportunidad de descubrirme y también agradezco que la fusión de estas técnicas haga que mi cuerpo aprenda más y se disponga a nuevos contrastes, nuevas caídas, nuevas contraposiciones y flujos nuevos. Quisiera cerrar con una frase de uno de mis artistas favoritos, Jorge Drexler: “Estamos vivos porque estamos en movimiento” (2017).

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Referencias

  • Ossott, H. (2006).Memoria en ausencia de imagen. Universidad de Antioquia.
  • J (2006) . Paradoxical Bodies. The Drama Review
  • S.(2015) Rubble kings, Saboteur digital
  • Drexler, J. (2017).Movimiento [Vídeo]. Youtube.